martes, 15 de abril de 2014

Semen - Virginal- Escenas de simulación de guerra


Irene Goldszer, protagonista y víctima de Semen
22 FESTIVAL DE MAR DEL PLATA.- Marzo 2007-Diario LA NACION


Durante tres noches sucesivas, el subsuelo de la plaza Colón y del hotel Provincial se convirtió en una suerte de catacumba donde nada más que un grupo reducido de personas pudo conocer la singular nueva propuesta del artista experimental Ernesto Baca, el mismo que en 2006 sorprendió con Samoa . Esta vez llegó la oportunidad de conocer Semen , una obra para la que el programador de la sección Vitrina Argentina, Goyo Anchou, y el mismo realizador, prepararon una instalación a la que se accedía por la rampa de entradas de automóviles del estacionamiento subterráneo de la plaza, ahora en desuso.
Desde allí, cada noche unos cien comulgantes caminaban, en completa oscuridad, guiados (sólo cuando era necesario) por las linternas de asistentes del festival, unos 120 metros en los que se iba revelando la arquitectura subterránea de la monumental obra de Alejandro Bustillo. Una vez sentados en la playa circular (que coincide con el salón circular del primer piso del hotel), los asistentes pudieron conocer esta nueva y shockeante obra de Baca.
Usando diferentes soportes -súper 8, video, película de 16 mm pintada cuadro por cuadro en el estilo Norman McLaren y viejo material de archivo de la NASA-, Baca cuenta a su manera la historia de una violación, qué es lo que vive la víctima y lo que ocurre entre los espermatozoides del violador y los óvulos, en qué forma el victimario termina encerrado, y la mujer, tras el embarazo, se convierte en madre. Todo en imágenes por momentos vertiginosas, animaciones coloridas y tremulantes, por secuencias más realistas en blanco y negro (la violación y el hisopaje forense, por ejemplo) que se mezclan ordenadamente con radiografías, ecografías y astronautas en la Luna.
La banda de sonido también es memorable: hay largos e intensos tonos, teléfonos celulares que suenan, maquinarias, trenes, ruido eléctrico, también de agua que fluye sin parar, ritmo de tambores y música -de Vera Baxter-, todo en función de una estética hipnótica que sorprende y deslumbra, además, por su coraje. La salida fue por una monumental escalera helicoidal, con la que se puede subir a todos los niveles al salón central del edificio. (...)

Claudio Minghetti - La Nacion

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